Nuestra historia

Elaborando aceite de oliva desde 1429

Somos la decimosexta generación de una familia que lleva desde el siglo XV elaborando aceite con las aceitunas procedentes de nuestros olivares en Monteagudo, en la Ribera de Navarra.

Hace ya más de 160 años nuestro aceite recibía premios nacionales e internacionales. En la actualidad hemos renovado nuestros olivares y reservamos una pequeña partida de nuestras mejores aceitunas para producir artesanalmente un Aceite de Oliva Virgen Extra con todo el sabor de nuestra tierra.

Cronología

Durante seiscientos años se han sucedido dieciséis generaciones de la familia. Cada una de ellas ha sabido adaptarse a su tiempo y, construyendo sobre el respeto a la tradición familiar, ha utilizado las técnicas y conocimientos científicos más avanzados de cada momento para modernizar la explotación, haciéndola más eficiente y obteniendo los mejores aceites posibles.

Siglo XV
Siglo XVI
Siglo XVII
Siglo XVIII
Siglo XVIII
Siglo XIX
Siglo XIX
Finales s. XIX
Inicios siglo XX
Finales siglo XX
Actualidad

El origen

Nuestra familia lleva elaborando aceite de oliva en la Ribera de Navarra desde 1429, cuando los reyes de Navarra hicieron merced del señorío de Monteagudo a mosén Floristán de Agramont.

Ampliación de olivares

Desde el primer momento se concedió gran importancia al cultivo del olivo y se fueron haciendo adiciones a las tierras originales del señorío. Por ejemplo, en 1593 se adquiere un olivar por la elevada suma de 23 ducados.

Reconstrucción

En 1709, tras la guerra de la Sucesión los campos quedan asolados y la familia casi arruinada, por lo que Francisco Magallón, marqués de San Adrián y decimosexto señor de Monteagudo, inicia un ambicioso programa de reconstrucción y replanta olivares en las tierras más propicias.

Modernización

Durante el siglo XVIII este mismo Francisco Magallón y su hijo José María se convierten en los principales impulsores de la Ilustración en Navarra y fundan la Real Sociedad Económica Tudelana, que dedicó sus esfuerzos a la modernización agrícola e industrial de Navarra. Uno de los informes que la Sociedad presentó fue precisamente sobre las mejoras a introducir en el cultivo del olivo y la elaboración de los aceites.

Nuevas inversiones

El siguiente marqués de San Adrián, José María Magallón y Armendáriz, conocido por el magnífico retrato que le pintó Goya conservado en el Museo de Navarra, continuó la política de invertir en la plantación o compra de olivares y en la modernización de las almazaras.

Primeros reconocimientos

En 1850 nuestra familia tiene en Monteagudo 450 robadas de olivar (unas 40 hectáreas) y el aceite supone el 50% de sus rentas en esa localidad. Nuestro aceite es reconocido por su calidad y en 1857 obtiene la medalla de bronce en la Exposición de Productos Agrícolas de Madrid.

Ampliación

En la segunda mitad del siglo XIX se amplía nuevamente la almazara de Monteagudo con la instalación de una novedosa prensa de husillo de fundición, que en 1886 se sustituiría por una prensa hidráulica, en funcionamiento hasta principios del siguiente siglo.

Premios internacionales

Durante esos años nuestro aceite de oliva siguió obteniendo premios en diferentes exposiciones en España, y en 1893 llegó a obtener un diploma del Congreso de los Estados Unidos, en el marco de la Exposición Internacional de Chicago, por su “fino sabor y aroma afrutado”.

Nueva almazara y tiempos difíciles

En 1920 se construye una nueva almazara, que funcionará a pleno rendimiento hasta que varios fríos inviernos en la década de 1950 dañen muchos de los olivos de la zona. En esa época muchos de los olivares se sustituyen por otros cultivos y en Monteagudo decae la producción de aceite.

Nuevo impulso

A finales del siglo XX, aprovechando las condiciones idóneas de clima y tierra cobra nuevo impulso el olivar y se realizan nuevas plantaciones en Monteagudo, utilizando modernos sistemas de cultivo.

Tradición + tecnología

Hoy en día la actual generación de los marqueses de San Adrián continúa la tradición olivarera familiar, que combina con la tecnología más avanzada para elaborar, con aceitunas arbequinas procedentes de sus mejores fincas, el aceite de oliva virgen extra Castillo de Monteagudo.

Nuestra tierra

Nuestros olivares se encuentran en el Valle del Queiles, en el término de Monteagudo, al sur de Navarra, vértice con Aragón, Castilla y La Rioja, un terreno delimitado por el Moncayo con sus 2314 metros de altura, el río Ebro y su fértil Ribera y las Bardenas Reales, un paraje semidesértico.

Nuestros valores

Tal y como aprendimos de nuestros mayores, utilizamos nuestros recursos de manera responsable para evitar su agotamiento, asegurando su sostenibilidad para poder transmitirlos a la siguiente generación. Reducimos el uso de fertilizantes y productos fitosanitarios al mínimo imprescindible, para lo que nos ayudan las condiciones idóneas de nuestras fincas.

Estudios realizados por el Grupo Eco-Efficient Cropping Systems de la Universidad de Córdoba en olivares en seto similares a los que poseemos en Monteagudo concluyen que tienen un balance positivo en la huella de carbono, superando con creces las capturas de carbono a las emisiones energéticas. Según este estudio, se capturan 1,24 kg de CO2 eq por cada litro de aceite producido, una cifra equivalente al emitido por 40 coches durante todo un año. Consumir nuestro aceite de oliva, por tanto, es tan beneficioso para nuestra salud como para la del planeta.

Hay empresas que trabajan pensando en el próximo trimestre, la mayoría planifican el próximo ejercicio, unas pocas lo hacen a tres o cinco años. Cuando un proyecto como el nuestro tiene 600 años de vida a través de dieciséis generaciones, la visión es muy diferente: no actuamos pensando en los próximos trimestres o ejercicios, sino en las generaciones que nos seguirán. Esta visión se refleja en todo cuanto hacemos.

Destinamos el 1% de nuestra producción de aceite de oliva virgen extra a ONGs para su uso comedores sociales. Además, cooperamos con nuestra comunidad y con otras instituciones organizando y participando en diferentes proyectos y actividades formativas, divulgativas y sociales.

No escatimamos ningún esfuerzo ni inversión en el manejo del olivar ni en la producción del aceite, utilizando sólo las mejores aceitunas y primando siempre la calidad sobre el rendimiento. Al mismo tiempo, llevamos a cabo un estricto control de costes y limitamos al máximo todos los gastos superfluos y de estructura. Ello nos permite ofrecer un aceite de oliva virgen extra de la máxima calidad a un precio ajustado. Un aceite para quienes valoran la esencia por encima de la apariencia; para quienes prefieren el ser al parecer.

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El castillo

Erigido hace más de mil años, domina el Valle del Queiles, un paisaje entre el Moncayo y el Ebro, salpicado de olivares, viñedos y campos de cereal, mismos productos que ya cultivaban los romanos en estas tierras hace 2.000 años.